-Una pizca de sal y… ¡TA-TA-TA-CHÁN! (octubre 2021)
Un poco de azúcar, una pizca de sal, medio kilo de harina, dos huevos, doscientos mililitros de leche… y ¡ta-ta-ta-chán!… ¡Un bizcocho! ¿Nunca habéis pensado que cocinar es como hacer magia? Yo sí. La cocina necesita orden, templanza, cariño, ilusión y quizás lo más importante, imaginación. La cocina es magia: mezclar ingredientes para crear sabores desconocidos, combinar formas y colores haciendo emplatados que parecen imposibles. La cocina es magia: es una actividad apasionante, complicada, misteriosa y con un sinfín de posibilidades que hacen que a lo largo de la historia haya sido, junto con la música, el centro de la cultura de todos los rincones del mundo.
Gran parte de nuestra vida gira en torno a la cocina y quizás es por eso por lo que me gusta tanto. Sin embargo, últimamente no parezco la única enamorada de la cocina. Desde hace ya unos años esta actividad ha pasado de ser una labor exclusiva de las amas de casa a ser un magnífico hobby que todo el mundo parece querer. Es por eso por lo que la cocina se ha convertido de repente en la clave principal de muchos programas de televisión, realities, clases y cursos, reuniones de amigos y conversaciones.
¿Y por qué de repente este boom culinario? Supongo que las razones son infinitas, pero yo os voy a dar tres por las que a mí la cocina me gusta tanto.
Para todos los gustos
La cocina ha dejado de ser una actividad solo para un grupo reducido de la población. Por ejemplo, según las estadísticas, el porcentaje de hombres menores de 30 años que sabe cocinar es casi igual que el de mujeres (en torno al 60%, frente al 70% de mujeres). Este porcentaje es solo del 30% si preguntamos a los mayores de 75 años. La cocina se ha convertido en una actividad para todos, que puede hacer desde un niño hasta un anciano, pasando por adolescentes y personas de mediana edad. Sean del género que sean, de la raza que sean y del país que sean. De esta manera, se ha convertido de repente en algo para hacer en grupo, para compartir en una tarde entre amigos, pasar un día en familia o divertirse en un cumpleaños. Parece que mientras que antes en las reuniones lo importante era comer, ahora lo importante es cocinar.
En el confinamiento el mejor tratamiento.
Seguramente no sabíais que durante el confinamiento, la cocina se convirtió en uno de los hobbies favoritos tanto de jóvenes como de adultos. Por esto, no es extraño que tras los peores meses de pandemia Masterchef (uno de los talents culinarios más famosos de España) haya batido el récord de personas inscritas al casting… ¡¡¡¡70.000 personas!!!! La verdad es que en los tiempos del quédate en tu casa la cocina ha sido una especie de ventana abierta donde podías viajar a lugares remotos como La India o China tan solo probando un plato. Y es que, por muy pequeña que sea una casa siempre hay una cocina y en el confinamiento la única actividad que podíamos hacer para salir a la calle era bajar al supermercado. Eso hizo que nuestra imaginación se disparara y nos decidiéramos a empezar a cocinar o a probar nuevos platos (si ya lo hacíamos antes); nuevos platos originales y deliciosos. Desde esta ventana, cada día, podías mirar a un lugar completamente diferente.
Comer mejor porque cada vez comemos peor
Vivimos un día a día agobiante y con prisas y eso hace que cada vez comamos peor. Entre semana, vamos corriendo a todos los sitios y a menudo las familias tiran de comida rápida o comidas precocinadas. Por eso cocinar sano los fines de semana se ha convertido en algo fundamental para equilibrar nuestra alimentación. También los comedores de los colegios intentan ayudar a las familias con prisas: controlan las calorías, equilibran los menús, incluyen fruta, verdura y legumbres entre los diferentes días de la semana para intentar que comamos de todo. Entre todos, nos esforzamos por buscar formas de cocinar con ingredientes más sanos y naturales, hacer comidas divertidas, que entren por los ojos. En definitiva, intentar hacer las cosas bien, cuando se tiene tiempo para ello, se ha convertido en una prioridad.
Por todo esto me encanta cocinar, probar recetas nuevas una y otra vez. No necesitas ni los mejores ingredientes, ni la mejor vajilla ni tampoco ser el mejor chef. Lo único que te hace falta es tomarte un poco de tiempo para preparar tus platos, unos comensales con ganas de disfrutar (por supuesto, ¡también vales tú!) y una gran imaginación para crear un sinfín de platos diferentes ¿Qué? ¿A vosotros también os ha entrado hambre? Pues acabo ya para que podáis ir a poneros el delantal…