-No esperes que esto sea un momento de película-
Un momento de tensión inundó el salón. Más de 50 sugus rodaban por el suelo. Nuestras miradas se cruzaron. Y de repente, escuché: ‘Pareces una farola. Tan inflexible como siempre, Isabella.’ Me contuve para no pegarle un puñetazo. ‘Ah, y por cierto, estás guapísima con esos trapos viejos. Creo que se pasaron de moda en el 32.’ Me miré los pantalones campana y al levantar la vista descubrí que la puerta se cerraba en mis narices. Lloré. No tuve más remedio. Me derrumbé en el sofá y cogí del suelo un sugus de piña. El rímel corría por mis mejillas. No podía pensar con claridad y los recuerdos bonitos no me invadían la cabeza como en las películas. Quizá no teníamos. Mi cara se llenó de nuevo de lágrimas.