-¿Arte de magia?-
Era una tarde de diciembre en medio del océano Cantábrico. Las olas amenazaban a los barcos con una fuerza sobrenatural. Entre todo aquel entorno resaltaba un pequeño faro rojo como la sangre. En él, David, el farero, colocaba el combustible para que las luces brillaran durante toda la noche. Después de terminar se puso el pijama y se metió en la cama. Se arropó con las sábanas y se dispuso a dormir tranquilo. Pasaron dos horas y lo único que se oía eran las grandes olas rompiendo en los acantilados. De repente, David escuchó un delicado canto. Las notas golpeaban más fuerte que el mar. El viejo farero se levantó al instante. Nunca había escuchado algo parecido. Cogió su bata azul cielo y salió al balcón a intentar vislumbrar de quien era esa majestuosa voz. Esperaba encontrar una radio encendida en algún barco o quizás no ver nada. Pero lo que vio le dejó desconcertado. Era, con diferencia, lo más bello que había visto en la vida. Una muchacha bastante joven le observaba con mirada seductora. Su cabello pelirrojo se movía con delicadeza y caía graciosamente sobre sus delgados hombros. Llevaba también un vestido blanco como la nieve que no se mojaba con el mar. Sin pensárselo dos veces; David bajó las escaleras que le comunicaban con la playa de rocas para buscar su antigua barca. Estaba dispuesto a acercarse a aquella mujer. Cuando la barca tocó el agua, el farero se dio cuenta que no iba a sostener su peso pero la belleza de aquel ser extraordinario le pudo por completo. Las olas amenazaban por volcar la barca pero David era un gran marinero y no se dejaría vencer tan fácilmente. Notó como se iba acercando a la roca donde la mujer le miraba con aquellos ojos verdes esmeralda… dentro de un par de metros la podría tocar… podría acariciar su pelo… podría mirarle a los ojos… podría escuchar aquel canto que le tenía embelesado una y otra vez… cuanto más se acercaba, más cosquillas sentían sus orejas… ya estaba… solo dos remadas más y… David llegó a la roca. Hizo un nudo a la barca y se subió a aquel lugar donde la mujer estaba sentada. Le fue a tocar su perfilada cara pero… era más rugosa de lo que esperaba… Era más larguiducha de lo que esperaba… No era lo que él realmente esperaba. De pronto perdió el equilibrio. Notó como el agua le llenaba los pulmones. Pero no le importaba siempre y cuando estuviera con aquella mujer. Le cogió y los dos se hundieron en el inmenso mar. Días más tarde, la policía acudió a investigar la muerte del hombre. Resultó que unos marineros que por allí pescaban habían visto al farero acariciar unas algas y después arrancarlas de la roca donde vivían para hundirlas junto a él. Los policías no lograron encontrar el cadáver del hombre ni tampoco la barca. ¿Arte de magia?