EN UNAS POCAS LÍNEAS TODAS LAS EDADES TODOS

-Manos en Nochebuena-

Si hay una cosa que me pone histérica en las cenas familiares son las manos. Sé que  es muy raro, pero es que no puedo con ello. Tanto al moverlas para expresarse, como  al coger una copa de vino. Estas extremidades se mueven por la mesa como si fueran  hormigas, pero no trabajan, tan solo estorban. Mis manos las utilizo para lo  estrictamente necesario, para nada más. Pero parece que en esta casa no siguen mi  ejemplo. En la cena ya se han caído dos copas de agua y a punto ha estado de caerse  el salero y la ensalada. Y todo por culpa de las malditas manos.

EN UNAS POCAS LÍNEAS TODAS LAS EDADES TODOS

-Por fin-

Recuerdo la taza de Coca Cola sin gas de aquel 29 de febrero, el té helado del magnífico Caribe… No entiendo cómo he podido haber vivido tantas aventuras siendo lo que soy. Pero ahora, por fin todo se acaba. Por fin cambio de estado. Por fin puedo olvidar todos los niños maleducados que me han chuperreteado sin compasión. Por fin, qué magnífica expresión. Y ahora me despido de vosotros pues, por fin, soy agua.

EN UNAS POCAS LÍNEAS TODAS LAS EDADES TODOS

-Alguien diferente-

Vi a la niña entrar en la escuela con su camisa de colores llena de manchas de experimentos. Sus zapatos eran rojos, uno con tacón y otro no. La gente la saludaba por los pasillos pues todos la conocíamos; sí, todos, también los profesores, las monjas, los mendigos, los bebés… pero ella no se entretenía, solo pensaba en sus cosas. Quizás se paraba en el camino a coger algún envoltorio de caramelo y lo metía en su mochila desordenada. Sus únicos amigos eran los gusanos del patio, a los que acariciaba y hablaba  tiernamente con esa voz melosa y singular.

EN UNAS POCAS LÍNEAS TODAS LAS EDADES TODOS

-Blanca y sus 4 sentidos-

Unas manos suaves acarician una fría barra de metal: – ¡es una montaña rusa!- dice la dueña de aquellos dedos que no paran de moverse tocando todo lo que tienen a su alcance. Te puede parecer raro. Sí. Pero a Blanca no. Ella se debe valer de las manos pues es ciega, y lo hace de diez. Ha llevado a sus compañeros al parque de atracciones; siempre dicen que no se puede valer por sí misma, así que les ha propuesto que si adivina todas las atracciones le harán los deberes un mes. De repente, un curioso olor invade sus fosas nasales, solo Blanca lo identifica -¡algodón de azúcar! ¡corred! – y después de comerse el algodón, continúan con el reto. Huelen, prueban, escuchan,  tocan… y al final Blanca demuestra a todos que ella también puede disfrutar de un divertido día… ¡con solo cuatro sentidos!.

EN UNAS POCAS LÍNEAS MISTERIO TODAS LAS EDADES TODOS

-La familia Buenazo-

El monótono sonido del silencio acechaba por las calles alrededor de la torre de Londres. Los alcohólicos yacían dormidos en los pubs y las luces de los locales parpadeaban. Era medianoche. De repente una figura  llamó la atención en el paisaje. No debía medir más de 1’10. La seguían otras tres. Dos muy altas llevando en brazos a un bebé. La familia Buenazo. Pero no os dejéis engañar pues eran todo menos buenos. Algo brillaba entre sus manos. Llevaban joyas pero no unas joyas cualquiera sino… ¡las joyas de La Corona! Se miraron y con un movimiento, tan sigilosamente como aparecieron, se marcharon.

+ 6 AÑOS EN UNAS POCAS LÍNEAS MISTERIO TODOS

-Una atracción para morirse, pero no se risa-

Candela miraba a todos lados; sin saber cómo, estaba en clase y todos sus compañeros se reían de ella. De repente, su profesor se convertía en un asqueroso monstruo que lanzaba fuegos artificiales por la boca provocando grandes incendios alrededor de ella, pero el fuego no llegaba a rozarla. Al mirar hacia abajo, gelatinosos bichos que derramaban sangre al andar  subían por su cuerpo creándole profundos agujeros. Cuando se iban, su piel volvía a la normalidad, pero eso sí, dejando sobre ella un rastro rojo. “Ojalá nunca hubiera abierto esa puerta”. Hablaba de la puerta de aquella estancia oscura que había contemplado tantas veces con ojos tentadores en aquel parque de atracciones, la puerta de ese pasaje al que su hermano le había desafiado a entrar; ahora ya no quedaba rastro ni de él ni del guía. Sus pies no la dejaban retroceder, solo andar y andar; pero  aquello no tenía fin. De repente, sonó algo parecido a una sirena. Su padre y dos policías venían a buscarla, mas la niña estaba paralizada, con una cara aterradora. En lugar de su fina sonrisa había ahora una mueca de terror, por ella asomaban grandes colmillos. Sus redondos ojos se habían convertido en otros muy diferentes: rasgados y verdes. Fue un error abrir esa puerta. Desde ese día, Candela María Olivares no volvió a ser la misma.

EN UNAS POCAS LÍNEAS TODAS LAS EDADES TODOS

-La más rockera-

En mis tiempos, a los ocho años ya podíamos ir adonde quisiésemos; ahora, cada vez que lo intento, ¡mis hijos se interponen! Si ellos van todos los viernes a jugar al póker cómo es que yo no puedo ir a los conciertos grabados de Queen. Que, aunque me duelan las rodillas y no vea ni torta, yo también me puedo divertir. Hoy, que por fin me han dado los resultados de mi operación, me voy a una disco de esas modernas que hacen ahora ¡a ver si de una vez se enteran en mi familia que me pueden dejar sola!